La inteligencia tecnológica, una herramienta fundamental para la innovación

¿Cuántas veces invertimos el dinero de nuestra empresa en proyectos que ya han sido desarrollados por otros, sobre la base de opiniones del tipo “esto no existe”?

Hay dos factores básicos en la toma de decisiones sobre innovación y desarrollo tecnológico. Quién debe tomar la decisión y sobre qué premisas.

La decisión debería ser tomada por aquellas personas que, dentro de la empresa, fijan su plan estratégico, definen sus objetivos y visualizan su posición de liderazgo empresarial y tecnológico; El segundo factor es que la decisión sobre cómo orientar el proceso de investigación técnica se tome con el máximo de información analizada.

¿Cuántas decisiones sobre un proyecto de investigación en nuestra empresa se toman sin tener un conocimiento profundo del estado de la técnica? ¿Cuántas veces invertimos el dinero de nuestra empresa en proyectos que ya han sido desarrollados por otros, sobre la base de opiniones del tipo “esto no existe”?

Pongamos, como ejemplo, lo ocurrido en una empresa de nombre A SL que empeñada en encontrar un tipo de textil resistente a las altas temperaturas se embarca en un proyecto de investigación que va a durar 18 meses y en el que va a invertir 100.000 euros en recursos humanos, material, etc. Si todo sale como está previsto, dentro de un año y medio estará en condiciones de producir y vender este tipo de producto que revolucionará el sector.

La decisión se toma después de ver lo que tiene la competencia (a la que conoce muy bien), leer lo que dicen las últimas revistas del sector, buscar por Internet artículos relacionados con el tema y buscar patentes en español en el buscador web de la oficina de patentes.

Después de los 18 meses previstos, la empresa tiene un producto que responde a lo previsto y decide patentarlo a nivel mundial. Invierte en ello otra cantidad importante de dinero y espera unos meses más a recibir el Informe sobre el estado de la Técnica. Cuando éste llega, sorpresa, aparece un documento de una patente japonesa con extensión a varios países europeos y traducción al inglés, alemán y francés, que describe una composición textil idéntica a la de nuestra patente pero desarrollada dos años antes y utilizada, hasta el momento, para fines distintos.

Imaginemos ahora otra empresa, B SL, con las mismas inquietudes que la anterior pero que, antes de tomar la decisión sobre el desarrollo de ese producto, decide conocer algo más sobre el estado de la técnica y utiliza las herramientas de Inteligencia Tecnológica para saber lo siguiente:

Tecnologías en las que actualmente se está investigando en el área de adhesivos no contaminantes; soluciones tecnológicas disponibles en ese área; tecnologías que están apareciendo o que están quedando obsoletas; trayectorias tecnológicas de las principales empresas que compiten en el área de adhesivos; evolución de la tecnología de sus principales competidores; potenciales socios y empresas productoras de tecnología a nivel mundial; especialistas en textiles resistentes que trabajan para centros de investigación, universidades u otras empresas de cualquier país del mundo y que podrían colaborar en el proyecto con esta empresa; tecnologías maduras para ser adquiridas por esta empresa a bajo coste; tecnologías en las que puede apoyarse esta empresa para desarrollar el producto; noticias sobre normativa futura que puede afectar a la investigación, etc.

Esta empresa, B SL, tiene ahora toda la información que necesita para tomar una decisión y además tiene la información 18 meses antes que su competidora más cercana, A SL, y con un coste en recursos humanos, dinero y preocupaciones, muchísimo menor.

A la vista de la tecnología de la empresa japonesa y conociendo todo lo anterior, los responsables de B SL podrán optar entre múltiples alternativas, algunas de las cuales podrían ser:

.- Utilizar esta tecnología en España para el textil que pretenden producir, visto que no está patentada en nuestro país.

.- Sobre la base de la tecnología japonesa aplicada en otro sector, invertir en el desarrollo de un producto distinto especialmente aplicado al sector textil.

.- Llegar a un acuerdo de colaboración con la empresa japonesa que desarrolló el invento y la universidad americana que colaboró en el proyecto para juntos ir hacia un producto que supere en prestaciones y utilidades el que ahora ya está patentado. Tardarán 18 meses, pero tendrán un producto más desarrollado que la empresa A SL.

.- Verificar si este invento es realmente el que lidera la innovación en el sector o, pese a lo que pueda parecer, hay otra empresa que acaba de patentar algo todavía mejor, etc.

En definitiva, B SL., habrá logrado una ventaja competitiva frente a A SL usando de forma más eficiente los recursos limitados de la empresa, al ofrecer a sus clientes un producto mejor, 18 meses antes que su competencia.

¿Cuál es la moraleja de esta historia?

Las bases de datos de patentes mundiales acumulan al menos 40 millones de documentos; se publican al día, miles de artículos científico-técnicos; algunas revistas científicas actualizan a la semana 423.000 nuevas referencias; se leen miles de tesis doctorales en las universidades, se publican proyectos de I+D en desarrollo. ¿Alguien, pues, es capaz de decir con seguridad que lo que está desarrollando en su empresa no ha sido llevado a cabo previamente por un tercero?

Sin unas adecuadas herramientas materiales que sean capaces de encontrar, ordenar y leer y sin un grupo humano que sepa analizar la información encontrada y, con criterio, ponerla a disposición del empresario, ¿alguien, en la empresa, se aventura a tomar una decisión que suponga el inicio de un proyecto de investigación que va a durar varios años y en el que se van a invertir algunas decenas de miles de euros?

Solo las herramientas de Inteligencia Tecnológica nos van a permitir conocer y extraer conclusiones para tomar las decisiones adecuadas. Por ello, este instrumento está llamado a ser una de las áreas principales del ámbito estratégico empresarial, por su alto potencial generador de ventaja competitiva.

Una buena Inteligencia Tecnológica debe permitir conocer: tecnologías en que se está investigando en una determinada área, soluciones tecnológicas disponibles, tecnologías que están apareciendo o que están quedando obsoletas, trayectorias tecnológicas de las principales empresas que compiten en el área, competidores, potenciales socios y empresas productoras de tecnología, recursos humanos en el área de la tecnología que más nos interese, empresas que lideran la tecnología, tecnologías maduras para ser transferidas, tecnologías en las que puedo apoyarme para desarrollar algo, normativa del sector sobre productos o etiquetado, etc.

Las decisiones que, a la vista de esta información, pueden tomarse son muy variadas: comenzar un proyecto de investigación muy diferente al inicialmente considerado, abandonar una investigación en marcha, dirigirnos al poseedor de un desarrollo y pactar su uso de forma adecuada a nuestras necesidades, contratar o colaborar con el técnico que más sabe de esta materia, etc.

La apuesta de los poderes públicos por la inversión en I+D es evidente; la apuesta de las empresas alicantinas también, aprovechemos todo lo que nos puede ofrecer la Inteligencia Tecnológica como pieza fundamental dentro del proceso de toma de decisiones que serán vitales para el futuro de nuestra empresa.

Hay mucho en juego.